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Hospital de St Pau, el recinto modernista más grande del mundo

  • Foto del escritor: Violant Muñoz Genovés
    Violant Muñoz Genovés
  • 16 jul 2023
  • 5 Min. de lectura

La historia de la medicina, la arquitectura y el arte en un espacio único.


Los orígenes del Hospital de Sant Pau nos sitúan en 1401, con la creación del Hospital de la Santa Creu, en el barrio del Raval, en Ciutat Vella. Durante cinco siglos, este fue el único hospital de Barcelona. En el siglo XIX, debido al aumento de la población, las nuevas tendencias higienistas y los avances de la medicina, se hizo necesaria la construcción de un nuevo hospital, el de Sant Pau.

La historia del Hospital de Sant Pau está estrechamente vinculada a un nombre, el de Pau Gil. De hecho, si no hubiera sido por el deseo de este banquero catalán nacido en el seno de una familia dedicada a las finanzas, probablemente, el centro no hubiera existido, al menos con estas características.

Pau Gil, a los 75 años, redacta su testamento ológrafo y, entre sus peticiones, establece que su legado se destine a la construcción de un nuevo hospital en Barcelona, que sustituye al Hospital de la Santa Creu. Reparte su gran fortuna y destina una parte, concretamente 3.060.000 pesetas, a la construcción de este nuevo hospital, con unas instrucciones claras y concisas: el nuevo centro debe responder a los principios del higienismo, tiene que reunir las innovaciones más avanzadas y debe llevar el nombre de su patrón, San Pablo. Además, establece una comisión nombrada por sus albaceas, Josep Ferrer i Vidal y Edmond Sivatte, para la dirección de los trabajos, y se encarga el proyecto a Lluís Domènech i Montaner, arquitecto prodigioso y gran figura del modernismo catalán.

  • Monumento a Pau Gil en la entrada del Hospital de Sant Pau (Josep Bracons / Wikipedia)

  • Retrato de Pau Gil (Archivo Histórico del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau)

  • Plano de la fachada lateral del pabellón de Medicina trazado entre 1901 y 1903 (Archivo Histórico del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau)

Domènech i Montaner plantea un edificio modernista sin precedentes, con capacidad para mil enfermos. Para ello, el arquitecto toma como referencia hospitales como el Johns Hopkins de Baltimore, el Am Urban de Berlín, el Lariboisière de París, el Stuivenberggasthuis de Amberes o el Instituto Pere Mata, el hospital psiquiátrico de Reus, obra del propio Domènech i Montaner. A partir de ahí, elabora un proyecto de construcción en unos terrenos situados a unos 2.200 metros al norte de Barcelona, fuera de los límites del Eixample.

Siguiendo las instrucciones de Pau Gil, la propuesta responde a las ideas higienistas del momento, con un hospital organizado en pabellones independientes, orientados en dirección oeste-este para garantizar una buena insolación, rodeados de jardines y espacios abiertos, y conectados por galerías subterráneas. Toda la superficie se articula en torno a sus dos avenidas diagonales que forman cuatro cuadrantes: norte para infecciosos, sur para no infecciosos, este para hombres y oeste para mujeres. En el punto donde se cruzan las dos avenidas principales se levanta el pabellón central, para acoger el convento, la cocina y la farmacia.

El 16 de enero de 1930, 28 años después de iniciarse su construcción, el rey Alfonso XIII inaugura el Hospital de la Santa Creu y de Sant Pau. Se convierte en todo un referente, no solo por su actividad médica, sino también por la calidad arquitectónica y la belleza de los elementos decorativos, como son el conjunto de dieciséis mosaicos que repasan la historia del hospital o la escultura dedicada a Pau Gil, que preside la escalera principal que da acceso al recinto.

Médicos y personal de enfermería se distribuían por los diversos pabellones para dar respuesta a las necesidades de los enfermos que en él residían. Además de los pabellones, otro elemento diferencial del proyecto de Domènech i Montaner era el jardín, que convertía este hospital en una pequeña ciudad dentro de la Barcelona del momento y cumplía con otro de los criterios del higienismo: la contemplación de la naturaleza como efecto terapéutico. El jardín, además de ser un elemento estético, era también un pequeño oasis de recreo, que proporcionaba a los enfermos un espacio tranquilo y agradable que contrastaba con las condiciones insalubres de la ciudad industrial de aquel entonces.

Los enfermos que salían a pasear por el jardín podían contemplar árboles, como naranjos, olmos y tilos, y plantas medicinales como marialuisa, salvia, espliego y romero. Y aquellos que no podían salir, también podían disfrutar del verde gracias a las enormes ventanas que se encontraban entre las camas de los pabellones y por todo el recinto. La naturaleza también era fuente de inspiración en el interior del recinto. Los techos estaban revestidos de cerámica con representaciones de hojas y flores, y las paredes estaban recubiertas con baldosas de motivos florales y vegetales en relieve.

La construcción del Hospital de Sant Pau ponía punto final al hospital medieval del Raval. Precisamente, este periodo de cambios hacia el nuevo hospital coincidió con un momento histórico en la ciudad de Barcelona: el plan Cerdà.


Ideado por Ildefons Cerdà en 1860, este proyecto proponía una transformación urbanística a partir de la construcción del Eixample. El objetivo respondía a una necesidad urgente: el crecimiento demográfico, las condiciones extremas de densidad urbana y la insalubridad de los espacios, que había provocado epidemias y una elevadísima mortalidad. La industrialización había convertido las ciudades en lugares masificados e insalubres, y las murallas barcelonesas constituían un freno a la expansión urbana.

Su proyecto se convirtió en un modelo innovador en la Barcelona del momento, aunque también tuvo sus detractores. El propio Domènech i Montaner, por ejemplo, aseguraba que la anchura de las calles produciría unas corrientes de aire que impedirían una vida confortable a los ciudadanos. Como muestra de rechazo, el arquitecto distribuyó los pabellones del Hospital de Sant Pau en dirección contraria a la alineación de la calle.



Ya en el siglo XX, cuando el Hospital de Sant Pau estaba en pleno funcionamiento, la huella femenina llegó gracias a Adela Simón. Formada en la Escuela de Enfermeras de la Generalitat de Cataluña, Simón tuvo que marchar a Inglaterra cuando su título perdió la validez a consecuencia de la victoria franquista. Se matriculó en la escuela profesional Nightingale, donde entró en contacto con las corrientes de su fundadora, Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna.


En 1958, y gracias a la ayuda del doctor Carles Soler Durall, regresó a España: primero, se encargó de la organización del personal de enfermería del Hospital General de Asturias y, después, fue a trabajar al Hospital de Sant Pau, que pasó de un modelo benéfico a un modelo basado en la profesionalidad y la autonomía en la gestión. Con su aportación, Simón se convirtió en la responsable de introducir la medicina moderna en todo el Estado.


Para el proyecto del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, Domènech i Montaner conjugó los principios del higienismo con las características del modernismo, e hizo que la estética fuera tan importante como la funcionalidad. Así, no es de extrañar que esta joya barcelonesa forme parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1997.

La construcción del hospital coincidió con la plena efervescencia de este movimiento. Además de Domènech i Montaner, arquitectos de renombre, como Gaudí o Puig i Cadafalch, también contribuyeron a convertir Barcelona en la capital mundial del modernismo, con edificios tan emblemáticos como la Casa Milà y la Casa Amatller. Sin embargo, la fiebre del modernismo también se extendió por gran parte de la geografía catalana, y dejó su huella en ateneos, mercados, viviendas, fábricas y cooperativas agrícolas, entre otros.


Año Domènech i Montaner

En 2023 se conmemora el centenario de la muerte del arquitecto catalán Lluís Domènech i Montaner, una de las personalidades más destacadas de la historia y un referente intelectual de primer orden. El objetivo de la conmemoración es dar a conocer todas las facetas del personaje a través de un extenso programa de actividades dirigidas a todos los públicos y celebradas en todas las ciudades con patrimonio domenequiano.


Fuente: Patrimoni Cultura Generalitat





 
 
 

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